De la autobiografía al periodismo de mujeres
La conferencia magistral de la doctora Mary Cantisano Rojas es narrada y escrita siguiendo principios de la etnografía en clave feminista. Impulsa una reflexión de la praxis periodística de las mujeres para deconstruir los mandatos patriarcales aprendidos.
¡Hola! Buenos días a todas, a todos,
A pesar de los tiriquitos y escalofríos instalados en mí desde que acepté la invitación que me hiciera el comité organizador para dialogar con ustedes en este segundo Foro de Mujeres Periodistas Dominicanas, quiero decirles cuánto me agrada estar aquí aun cuando no soy periodista.
Haber dicho SÍ para este diálogo, es parte de un ejercicio permanente, privado y público. Es un ejercicio de coherencia entre la pedagogía del compromiso que profeso y las acciones consecuentes y transformadoras que desarrollo con atención desde la educación formal.
De igual manera, soy de las educadoras que reconocen que el alcance de la educación informal, como es el ejercicio periodístico, es igualmente un dispositivo didáctico cualitativo capaz de favorecer la construcción de una sociedad en la que quepamos todas y todos.
Las reflexiones que voy a compartir con ustedes las he pensado y transcrito desde un “lenguaje esperanzador”, como dijera Paulo Freire, al hablar de cómo Amilcar Cabral comunicaba sus ideas. Y digo esperanzador por la trascendental función social del ejercicio periodístico; así como, por el compromiso y alcance de determinados géneros periodísticos a través de los cuales ustedes tienen la posibilidad de visibilizar desigualdades, desnaturalizar las opresiones y proponer alternativas de igualdad hasta alcanzar una sociedad de justicia y bienestar social con igualdad y equidad de género; una sociedad donde respiremos respeto y dignidad humana.
Voy a hablar desde lo más cercano de mí, que soy yo misma (esto lo aprendí con el maestro periodista Daniel Prieto Castillo, quien colaboró en con el proyecto de educación popular radial, en Radio Santa María, La Vega, finales de los años 70).
La narrativa que comparto con ustedes la he escrito siguiendo principios de la etnografía en clave feminista, multi-situada en diferentes espacios en donde resaltan las relaciones de poder que producen y mantienen desigualdades visibles e invisibles. Pero, además, es a partir de este enfoque como identifico el ejercicio autobiográfico que lleva el título de este diálogo y que lo he aprehendido (con h intercalada) dado el significativo sentido que alcanza el reconocimiento de mi identidad y la trascendencia de mi accionar.
Entonces, mi mirada contextual antes que la palabra, es de trabajadora social, socióloga y educadora que en mis relaciones sociales, políticas y económicas he ido desentrañando la histórica construcción social que me ha hecho mujer, pero que afortunadamente he trabajado, y trabajo, en la deconstrucción de los mandatos patriarcales de los que he sido objeto.
Para esta ocasión, desde el enfoque de la pedagogía del compromiso les comparto dos experiencias docentes a nivel de la educación superior-
La primera experiencia fue cuando impartí la asignatura Comunicación y Educación como parte del pensum de la carrera de Comunicación Social, de una universidad. La intención educativa de la Comunicación Social asomaba a pesar del alejamiento simultáneo de la profesión de periodista para darle paso a otras licenciaturas también en Comunicación Social -corporativa y comunicación audiovisual y arte cinematográfico-. Sin embargo, se apreciaban los avances para que el grupo de futuros Comunicadores Sociales superaran los límites que impone la práctica de solo informar.
Fue así como, a través de esta asignatura fue reafirmado el valor ético del objeto de la Comunicación Social; se trata de sumar la intención reflexiva y desarrollar una mirada crítica de la realidad que narrarían los futuros y las futuras profesionales de Comunicación Social en los diferentes géneros periodísticos: mirar de cerca, con profunda racionalidad y conciencia y reinterpretar los hechos rompiendo los silencios impuestos, propios de paradigmas conservadores.
Los contenidos atendidos en cada unidad del programa mostraban la estrecha relación entre Educación y Comunicación Social. Definitivamente era obvio el carácter formativo-educativo según al tratamiento periodístico de los hechos sociales. Por lo que, era y sigue siendo necesario no dejar pasar por alto el análisis interpretativo informativo centrado en la realidad y experiencias que vive la sociedad dominicana, en particular la realidad y experiencias que vivimos las mujeres, por ejemplo.
Pienso entonces y aquí me detengo, en las mujeres periodistas y su ejercicio profesional; en cómo leen los contextos, escriben y tratan las noticias. No dejo de preguntarme si lo hacen rompiendo silencios, sus propios silencios, aquellos silencios que les acompañan desde adentro; quiero saber si al escribir han deconstruido las opresiones, exclusiones y desigualdades a las que les han sometido por las diferencias biológicas. Soy curiosa buscando a través del abordaje de sus trabajos si han roto los velos de la invisibilidad.
No traigo recetas. De inicio les dije que no soy periodista, pero leo y escucho los medios y cuando vienen de mujeres periodistas más. Ahora bien, y como educadora que parte del contexto, que procuro documentos auténticos como recurso didáctico… me sigo preguntando. Las periodistas mujeres, ¿desde dónde hablan cuando tratan las tres causales, los feminicidios, las violaciones sexuales, el código procesal penal, la violencia ginecobstetra, por citar algunos ejemplos?
Continuo y me digo, en la escala de complejidad del dominio cognitivo ¿informan y describen habiendo reconstruido su historia personal a través de la identificación de sucesos, etapas, hitos importantes, aspectos éticos, sociales, afectivos? ¿Analizan los hechos desde la comprensión de sus vivencias corporales? Sus trabajos y el uso de técnicas, sus narrativas y relatos ¿lo hacen desde a corpografía, de sus habitus?
No tengo respuestas. Lo que tengo es una propuesta: la narrativa autobiográfica.
Esta fue una segunda experiencia a nivel de educación superior. Específicamente un diplomado en Pedagogía Universitaria, dirigido a profesoras y profesores de las diferentes carreras universitarias, de las diferentes áreas del conocimiento.
Consideré el recurso de la narrativa autobiográfica como mediación propicia para la identificación del sistema patriarcal y las formas de ejercer el poder: relaciones desiguales por diferencias de sexo, discriminación y diferencias raciales, económicas, sociales, políticas entre hombres y mujeres. Los doce años de educación primaria y secundaria, sumados a los cuatro, cinco y a veces seis años de carrera universitaria, llevan la marca del patriarcado. Nos aprendieron a mirar ajeno, a leer ajeno, a escribir ajeno, a hablar ajeno, en fin, a representar nuestra identidad desde una identidad ajena, androcéntrica. Nos aprendieron a callar, a vivir en silencios, invisibles, y más gravea aún, a “normalizar” cuando no a “naturalizar” conductas y pensares. Hasta nos aprendieron la crueldad, cuando lo necesario es la alteridad.
La experiencia autobiográfica es de muchas geografías. En atención a lo dicho por Maya Angelou, cito: “No hay mayor agonía que llevar una historia no contada dentro de ti”, quiero aprovechar para compartirles la experiencia de una periodista mexicana. Ella dice, cito: “Así que desde la epistemología feminista, mi propio cuerpo y mi memoria construí este texto -la autobiografía- donde me deconstruí desde las carnes trémulas para analizar los espacios representativos de poder, sexismo, misoginia y cosificación que viví en el periodismo mexicano pero siempre con la intensión de reconocer la potencia de las mujeres periodistas quienes sin duda hoy somos un contrapeso vital ante el sistema feminicida en México y quienes nos hemos vuelto cronistas de nuestras propias historias”.
Narrarse tiene la posibilidad de mirar la vida pasada, reconocerse en periodos históricos vividos, ir reconociendo aspectos que caracterizan la identidad personal y profesional sin desatender aspectos que conforman la dimensión socioafectiva. La autobiografía es una estrategia fundamental para las mujeres deconstruirnos y reconstruirnos. La descripción que hace Raquel Gutiérrez Aguilar, como punto de partida, no nos hace esperar más. Ella dice, cito:
“La opresión de las mujeres se sostiene en una serie de rígidas estructuras normativas, de dispositivos sociales, costumbres, creencias interiorizadas, temores inconscientes y armazones simbólicos que coartan la posibilidad de disponer de nosotras mismas”.
Esta es nuestra realidad. En atención a este Segundo Foro de Mujeres Periodistas Dominicnas me animo a reiterar que si bien la formación de periodistas contribuirían con la reproducción de la cultura patriarcal y, con ella, la violencia estructural y sus derivados -y si es en atención a una dinámica de compra y venta peor aún-, es posible también en correspondencia con las Teorías de la Resistencia que ofrecen opciones de reacción-acción, con teóricos como Paulo Freire y Henry Giroux, que la formación de las y los profesionales de la Comunicación Social, mediados por los diferentes géneros periodísticos, incidan favorablemente en la educación y construcción de una nueva cultura crítica y reflexiva capaz de alcanzar la deconstrucción de este sistema socio-económico generador de desigualdades –significativas para las mujeres– y favorecer la construcción de la democracia, la justicia social y la soberanía plena.
Sin embargo, la incorporación de la escritura autobiográfica en la formación inicial y/o continua, es trascendental. La estrategia de escribirse, narrarse, contarse, conocerse y reconocerse en sensaciones, emociones y hartazgos, aunque me descoloque, crea una experiencia con mi experiencia. Es reaprender de los efectos locutorio, lo que digo, ilocutorio, la intención de lo que digo y perlocutorio lo que provoca lo que digo. En fin, es SER Y TENER VOZ PROPIA. Reitero, en el ejercicio de su profesión, las mujeres periodistas tienen la posibilidad de visibilizar las desigualdades, desnaturalizar las opresiones, acompañar comprender qué somos seres humanos, y entonces atender el tratamiento periodística para las alternativas de igualdad. Desde la escuela es posible des-aprender los silencios, las invisibilidades, la violencia simbólica, las complicidades; des-aprender las impunidades, los discursos excluyentes, ofensivos, des-aprender la construcción de estructuras desiguales e inequidades.
Como educadora y con la experiencia autobiográfica reitero mi compromiso y les invito a ustedes por igual, a seguir abonando, persistentemente desde la educación y la comunicación social en reconocer, cuestionar, contestar, resistir hasta erradicar el sistema patriarcal. Hagamos periodismo en cuerpo, alma, e incluso poesía, por una nueva sociedad dominicana que construya, conozca y defienda la felicidad, la justicia y la libertad de las mujeres y de los hombres también.
(Conferencia Magistral de la Doctora Mary Cantisano Rojas, en el Segundo Foro de Mujeres Periodistas Dominicanas)
Poema del NO. Hugo Finkelstein
No
No es no, y hay una sola manera de decirlo.
No.
Sin admiración, ni interrogantes, ni puntos suspensivos.
No, se dice de una sola manera.
Es corto, rápido, monocorde, sobrio y escueto.
No.
Se dice una sola vez, No.
Con la misma entonación, No.
Como un disco rayado, No.
Un No que necesita de una larga caminata o una reflexión en el jardín no es No.
Un No que necesita de explicaciones y justificaciones, no es No.
No, tiene la brevedad de un segundo.
Es un No, para el otro porque ya lo fue para uno mismo.
No es No, aquí y muy lejos de aquí.
No, no me deja puertas abiertas ni entrampa con esperanzas, ni puede dejar de ser No, aunque el otro y el mundo se pongan patas arriba.
No, es el último acto de dignidad.
No, es el fin de un libro, sin más capítulos ni segundas partes.
No, no se dice por carta, ni se dice con silencios, ni en voz baja, ni gritando, ni con la cabeza gacha, ni mirando hacia otro lado, ni con símbolos devueltos; ni con pena y menos aún con satisfacción.
No es No, porque no.
Cuando el No es No, se mirará a los ojos y el No se descolgará naturalmente de los labios.
La voz del No, no es trémula, ni vacilante, ni agresiva y no deja duda alguna.
Ese No, no es una negación del pasado, es una corrección del futuro.
Y sólo quien sabe decir No puede decir Sí.
Las periodistas mujeres, ¿desde dónde hablan cuando tratan las tres causales, los feminicidios, las violaciones sexuales, el código procesal penal, la violencia ginecobstetra, por citar algunos ejemplos?
En el ejercicio de su profesión, las mujeres periodistas tienen la posibilidad de visibilizar las desigualdades, desnaturalizar las opresiones, acompañar comprender qué somos seres humanos, y entonces atender el tratamiento periodística para las alternativas de igualdad.